¿Por qué el sombrero? Porque así no se me escapan los pensamientos.
¿Por qué los audífonos con música? Porque así se acallan las voces.
¿Voces? Las voces que pelean en mi cabeza.
¿Y por qué pelean? Porque piensan distinto.
¿Cómo pueden pensar distinto, si todas son tú? Es mi conciencia fragmentada.
¿Fragmentada? Despedazada, como un rompecabezas desarmado.
¿Si lo armas, se callarían? No, porque sus esquinas son como imanes, se repelen. No se arma.
¿Y cómo decides quién tiene razón? Yo tengo razón.
Pero si las voces son tú. Las voces son parte de mí.
Me confundes. Igual que las voces me tratan de confundir.
¿Y qué piensas?¿con qué voz concuerdas? Yo no pienso, razono.
Explica. Las voces piensan, discuten, de la discusión surge el razonamiento.
Entonces ¿qué haces aquí? He dejado de razonar, las voces están furiosas y no soy capaz de poner orden, hay caos y anarquía en mi cabeza.
- ¿Con quién habla?- preguntó la enfermera que estaba sentada tomandole la presión.
- Con migo misma- le respondió, mirando fijamente.
- ¿Por qué?
- Una de mis conciencias quiere emanciparse, la encargada del razonamiento; tuve que encargarme de eso.
- Pero si estabas razonando ¿o no?- dijo llenando la jeringa con la medicina.
- Mi mente es demasiado compleja, no espero que la entienda. Es como un panal. Todas las abejas son distintas, trabajan juntas en complemento: una muere y hay que reemplazarla, la abeja del razonamiento es la abeja reina, no espere que la reemplace de un día para otro. Hago lo que puedo, tengo que hablar con mis conciencias, reemplazar a la racional hasta que surja una nueva...

Fuente: Mundos Irreales